Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. "¿Qué estáis dispuestos a
darme si os lo entrego?"
C. Ellos se ajustaron
con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia
para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. "¿Dónde
quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C. Él contestó:
+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi
momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’".
C. Los discípulos
cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se
puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C. Ellos,
consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
C. Él respondió:
+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a
entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que
va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C. Entonces
preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. "¿Soy yo
acaso, Maestro?".
C. Él respondió:
+ "Así es".
C. Durante la
cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los
discípulos diciendo:
+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C. Y cogiendo un
cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza
derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé
más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en
el Reino de mi Padre"
C. Cantaron el
salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
+ "Esta noche
vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y
se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes
que vosotros a Galilea".
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos
caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C. Jesús les
dijo:
+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres
veces, me negarás".
C. Pedro le
replicó:
S. "Aunque tenga
que morir contigo, no te negaré".
C. Y lo mismo
decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto,
llamado Getsemaní, y les dijo:
+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C. Y llevándose a
Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces dijo:
+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C. Y
adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese
cáliz pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C. Y se acercó a
los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para
no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es
débil".
C. De nuevo se
apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba,
hágase tu voluntad".
C. Y viniendo
otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos
de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se
acercó a sus discípulos y les dijo:
+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y
el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos,
vamos! Ya está cerca el que me entrega".
C. Todavía estaba
hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de
gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores
del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. "Al que yo
bese, ése es: detenedlo".
C. Después se
acercó a Jesús y le dijo:
S. "¡Salve,
Maestro!"
C. Y lo besó.
Pero Jesús le contestó:
+ "Amigo, ¿a qué vienes?"
C. Entonces se
acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban
con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al
criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá.
¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de
doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice
que esto tiene que pasar".
C. Entonces dijo
Jesús a la gente:
+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un
bandido. A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me
detuvisteis".
C. Todo esto
ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel
momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a
Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido
los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del
sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué
paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso
testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar
de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos
que declararon:
S. "Este ha
dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres
días".
C. El sumo
sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. "¿No tienes
nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero Jesús
callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. "Te conjuro
por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
C. Jesús
respondió:
+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis
que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene
sobre las nubes del cielo."
C. Entonces el
sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S. "Ha
blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la
blasfemia. ¿Qué decidís?"
C. Y ellos
contestaron:
S. "Es reo de
muerte".
C. Entonces le
escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S. "Haz de
profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
C. Pedro estaba
sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S. "También tú
andabas con Jesús el Galileo".
C. Él lo
negó delante de todos diciendo:
S. "No sé qué quieres decir".
C. Y al salir al
portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. "Este andaba
con Jesús el Nazareno".
C. Otra vez negó
él con juramento:
S. "No conozco a
ese hombre".
C. Poco después
se acercaron los que estaban allí y dijeron:
S. "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el
acento".
C. Entonces él se
puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S. "No conozco a
ese hombre".
C. Y en seguida
cantó el gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: "Antes de
que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró
amargamente.
Al
hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se
reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron
y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió
remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes
y senadores diciendo:
S. "He pecado,
he entregado a la muerte a un inocente".
C. Pero ellos
dijeron:
S. "¿A nosotros
qué? ¡Allá tú!"
C. Él, arrojando
las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes,
recogiendo las monedas, dijeron:
S. "No es lícito
echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
C. Y, después de
discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de
forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre".
Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta
monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos
de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había
ordenado el Señor".
Jesús
fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. "¿Eres tú el
rey de los judíos?"
C. Jesús
respondió:
+ "Tú lo dices".
C. Y mientras la
acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces
Pilato le preguntó:
S. "¿No oyes
cuántos cargos presentan contra ti?"
C. Como no
contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la
fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo
Pilato:
S. "¿A quién
queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
C. Pues sabía que
se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal,
su mujer le mandó a decir:
S. "No te metas
con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
C. Pero los sumos
sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de
Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. "¿A cuál de
los dos queréis que os suelte?"
C. Ellos dijeron:
S. "A
Barrabás".
C. Pilato les
preguntó:
S. "¿Y qué hago
con Jesús, llamado el Mesías?"
C. Contestaron
todos:
S. "¡Que lo
crucifiquen!"
C. Pilato
insistió:
S. "Pues ¿qué
mal ha hecho?"
C. Pero ellos
gritaban más fuerte:
S. "¡Que lo
crucifiquen!"
C. Al ver Pilato
que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó
agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S. "Soy inocente
de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C. Y el pueblo
contestó:
S. "¡Su sangre
caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C. Entonces les soltó
a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo
crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y
reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un
manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la
cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la
rodilla, se burlaban de él diciendo:
S. "¡Salve, rey
de los judíos"!
C. Luego lo
escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y
terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a
crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo
forzaron a que llevara la cruz.
C. Cuando
llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"),
le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso
beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes
y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero
con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con
él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. los que pasaban,
lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S. "Tú que
destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si
eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C. Los sumos
sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
S. "A otros ha
salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de
la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que
lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
C. Hasta los
bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el
mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A
media tarde, Jesús gritó:
+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C. Es decir:
+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
C. Al oírlo
algunos de los que estaban allí dijeron:
S. "A Elías
llama éste".
C. Uno de ellos
fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio de beber. los demás decían:
S. "Déjalo, a
ver si viene Elías a salvarlo".
C. Jesús dio otro
grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces
el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las
rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que
habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas,
entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus
hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron
aterrorizados:
S. "Realmente
éste era Hijo de Dios"
C. Había allí
muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús
desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre
de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Al
anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también
discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y
Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo
envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había
excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del
sepulcro.
A la
mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los
sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. "Señor, nos
hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres
días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el
tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al
pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura
sería peor que la primera.
C. Pilato
contestó:
S. "Ahí tenéis
la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
C. Ellos fueron,
sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepul
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