Música para meditar

jueves, 27 de febrero de 2014

Jueves VII Semana


Lecturas Santiago 5, 1-6   Salmo 48   Marcos 9, 41-50
1) Esperar
Ricos y sastifechos
Ustedes, los ricos, lloren y giman por las desgracias que les van a sobrevenir. Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla. Su oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará testimonio contra ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego.
¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final!
Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo.
Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza. Han condenado y han matado al justo, sin que él les opusiera resistencia.
3) Masticar - Alimentarse
“[…] ¡el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo!

4)Interrogarse - Traspasar
¿Cuáles son mis riquezas que dan testimonio de mí?

Comentario
Quien recibe el sacramento de la Confirmación manifiesta su deseo de ser cristiano. Ser cristiano significa dar testimonio de Jesucristo, es una persona que piensa como cristiano, siente como cristiano y actúa como cristiano. Y ésta es la coherencia de vida de un cristiano. Alguien puede decir que tiene fe, pero si carece de una de estas cosas, no existe en él lo cristiano, es algo que no funciona, hay una cierta incoherencia. Y los cristianos que viven en la incoherencia, hacen mucho daño

Hemos escuchado lo que el apóstol Santiago dice a algunos incoherentes, que presumían de ser cristianos, pero explotaban a sus empleados, y les dijo: ‘Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo’. El Señor es fuerte. Si alguno escucha esto, puede pensar: ‘¡Eso lo ha dicho un comunista!’. ¡No, no, lo ha dicho el apóstol Santiago! Es la Palabra del Señor. Es la incoherencia. Y cuando la coherencia cristiana no existe y se vive con esta incoherencia, se produce escándalo. Y los cristianos que no son coherentes hacen mucho escándalo.

Jesús habla con mucha fuerza contra el escándalo: ‘Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar’. Un cristiano incoherente hace tanto daño” y “el escándalo mata”. Muchas veces hemos escuchado: ‘Pero padre, yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque ustedes cristianos dicen una cosa y hacen otra’. O también: “Yo creo en Dios, pero no en ti”. “Esa es la incoherencia”:
“Si te encuentras ante – ¡imaginemos! – ante un ateo y éste te dice que no cree en Dios, tu puedes leerle una biblioteca entera, donde está escrito que Dios existe y también probar que Dios existe, y el ateo no tendrá fe. Pero si delante de este ateo das testimonio de coherencia de vida cristiana, algo comenzará a moverse en su corazón. Será precisamente tu testimonio lo que lo llevará a esa inquietud sobre la que el Espíritu Santo obra. Es una gracia que todos nosotros, toda la Iglesia debe pedir: ‘Señor, que seamos coherentes’
Entonces, concluyó Francisco, es necesario rezar, porque para vivir en la coherencia cristiana es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios y debemos pedirla: “¡Señor, que yo sea coherente! ¡Señor, que yo jamás escandalice, que yo sea una persona que piensa como cristiano, que sienta como cristiano, que actúe como cristiano!”. Y que cuando caigamos por nuestra debilidad, que pidamos perdón: “Todos somos pecadores, todos, pero todos tenemos la capacidad de pedir perdón. ¡Y Él jamás se cansa de perdonar! Tener la humildad de pedir perdón: ‘Señor, no he sido coherente. ¡Perdón!’. Ir adelante en la vida con coherencia cristiana, con el testimonio de aquel que cree en Jesucristo, que sabe que es pecador, pero que tiene el coraje de pedir perdón cuando se equivoca y que tiene tanto miedo de escandalizar. Que el Señor de esta gracia a todos nosotros.
Papa Francisco, 27/02/2014, Homilía en la casa Santa Marta

Referencia
http://www.news.va/es/news/el-cristiano-incoherente-escandaliza-y-el-escandal


martes, 25 de febrero de 2014

Martes VII Semana


Santiago 4, 1-10   Salmo 54   Marcos 9, 30-37
1) Esperar
La humildad frente a la ambición

¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?

Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra.

Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.

¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.

No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos. Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.

Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes. Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes.

Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido. Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas.

Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.

Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.

2) Reconocer– Reconocer-se
¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre vos? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en tus mismos miembros?

Vos ambicionas, y si no consigues lo que deseas, matas; envidias, y al no alcanzar lo que pretendes, combates y haces la guerra.

Vos no tienes, porque no pides. O bien, pides y no recibes, porque pides mal, con el único fin de satisfacer tus pasiones.

¡Corazones adúlteros! ¿No sabes acaso que haciéndote amigos del mundo te haces enemigos de Dios? Porque si quieres ser amigo del mundo te haces enemigo de Dios.

No pienses que la Escritura afirma en vano: “El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos”. Pero él te da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes”.

Sométete a Dios; resiste al demonio, y él se alejará de vos. Acércate a Dios y él se acercará a vos.

Tú que eres pecador purifica tus manos; que te santifiques porque tienes el corazón dividido. Reconoce tu miseria con dolor y con lágrimas.

Que tu alegría se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.

Humíllate delante del Señor, y él te exaltará.

3) Masticar - Alimentarse
“[…] Humíllense delante del Señor”

4)Interrogarse - Traspasar
¿Reconozco la sabiduría de las personas que me rodean?
¿Reconozco y agradezco la oportunidad cotidiana de meditar la Palabra de Aquél que es más grande que Salomón?

Comentario
LA HUMILDAD
La grandeza de María proviene justamente de su humildad. Y era humilde porque pertenecía a Dios por completo, estaba en disponibilidad para lo que Él quisiera pedirle.
Ella, que estaba colmada de gracias, siguió siendo la esclava del Señor. Se mantuvo con firmeza junto a la cruz de su Hijo, y ni siquiera viéndolo morir dejó de confiar en Dios.
Pidámosle a la Virgen que nos ayude a ser como ella, a realizar con humildad y sin vanagloria el trabajo que se nos ha asignado, y que llevemos a los demás a Jesús con el mismo espíritu con que ella lo llevó en su seno.
Hay que cuidarse del orgullo, porque el orgullo envilece cualquier cosa.
«Dios no va a preguntarle a aquella hermana cuántos libros ha leído, cuántos milagros ha realizado; lo que le preguntará es si ha hecho de lo suyo lo mejor por amor del mismo Dios.
"Hice lo mío de la mejor forma". Aunque aquello que he podido hacer, no sea más que un fracaso, eso deberá ser lo mejor que hemos podido y sabido hacer; debe tener nuestro máximo empeño.
Ningún fracaso los desanimará, mientras tengan clara conciencia de haber hecho aquello que estaba a su alcance. Hablando humanamente, si una hermano tuviera un fracaso en su tarea, procuremos atribuirlo a cualquier factor de debilidad humana, que no fue inteligente, o no supo hacer mejor las cosas, etc. A pesar de todo, a los ojos de Dios no ha fallado si ha hecho todo lo que era capaz de hacer. Y el debiera sentirse, pese a todo, colaborador suya.
Nunca debemos creernos indispensables Dios tiene sus caminos y sus maneras... Él puede permitir que todo marche al revés aun en manos del hermano más dotado. Dios no mira más que su amor. Bien ustedes pueden trabajar hasta el agotamiento, incluso matarse trabajando, pero si su trabajo no está tejido por el amor resulta inútil. ¡Dios no tiene ninguna necesidad de sus obras!
Si todo lo he recibido, ¿qué mérito nos cabe? Si estamos bien convencidos de esto, nunca alzaremos altaneramente la cabeza.
Madre Teresa de Calcuta

Referencia



lunes, 24 de febrero de 2014

Lunes VII Semana



Lecturas Santiago 3, 13-18 - Salmo 18 - Marcos 9, 14-29

1) Esperar
La auténtica sabiduría

El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.

Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanaglorien ni falten a la verdad.

Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad.

En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.

Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.
2) Reconocer– Reconocer-se
Si te tienes por sabio y prudente, demuestra con tu buena conducta que tus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.

Pero si estás dominado por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no te vanaglories ni faltes a la verdad.

Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad.

En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.

Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.

3) Masticar - Alimentarse
“[…] demuestra con tu buena conducta que tus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría”.
4)Interrogarse - Traspasar
“Señor, ayúdame , que la rivalidad y el espíritu de discordia no me dominen”

Comentario
Seguir a Jesús no es “una idea” sino un “continuo quedarse en casa”, la Iglesia, donde Cristo hace regresar siempre a todos, también a quien se ha alejado de ella.

Un muchacho que sufre convulsiones, que se revuelca por la tierra y que echa espuma por la boca; en medio a una muchedumbre asustada e inerme. Y su padre que por poco se abalanza a Jesús, implorándole librar a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama con el que se abre el Evangelio de hoy.

Los presentes, que discuten sin resultado, Jesús que llega y se informa, “la bulla que viene a menos”, el padre angustiado que emerge de la muchedumbre y decide contra toda esperanza confiarse en Jesús. Y Jesús, que compadecido por la fe cristalina de aquel papá, expulsa el espíritu y luego se inclina con dulzura ante el joven, que parece muerto, ayudándolo a volverse a levantar: “Todo aquel desorden, aquella discusión termina en un gesto: Jesús que se abaja, se inclina ante el muchacho. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús cuando cura, cuando va entre la gente y sana a una persona, jamás la deja sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va, cura y continúa su camino: a cada uno lo hace regresar a su lugar, no lo deja en la calle. Son gestos bellísimos del Señor”

“Jesús siempre nos hace regresar a casa, jamás nos deja solos en la calle”. El Evangelio está lleno de estos gestos. La resurrección de Lázaro, la vida devuelta a la hija de Jairo y aquella al hijo de una mamá viuda. Y también la oveja perdida vuelta a traer al redil o la moneda perdida y vuelta a encontrar por la mujer: “Porque Jesús no vino solo del Cielo, es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo y su identidad es también pertenencia a aquel pueblo, que de Abraham camina hacia la promesa. Y éstos gestos de Jesús nos enseñan que toda curación, todo perdón nos hacen regresar siempre a nuestro pueblo, que es la Iglesia”.
Jesús perdona siempre y sus gestos vuelven también “revolucionarios”, o “inexplicables”, cuando su perdón llega a quien se ha alejado “mucho”, como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, Jesús “cuando perdona, hace siempre regresar a casa. Y de esta forma, sin el pueblo de Dios, no se puede entender a Jesús”. Es absurdo “amar a Cristo, sin la Iglesia, sentir a Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”. “Cristo y la Iglesia están unidos”, y “cada vez que Cristo llama a una persona, la trae a la Iglesia”. Por esto, agregó, “está bien” que un niño “venga a bautizarse en la Iglesia”, la “Iglesia madre”: “Y aquellos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen entender esto: que nuestra doctrina, digamos así, o nuestro seguir a Cristo, no es una idea, es un continuo quedarse en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la posibilidad y la realidad de salir de casa por un pecado, un error – Dios lo sabe – la salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia. Son gestos de ternura. Uno a uno, el Señor nos llama así, su pueblo, dentro su familia, nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensemos en estos gestos de Jesús”.
Papa Francisco, 24/02/2014, Homilía en la casa Santa Marta

Referencia


domingo, 23 de febrero de 2014

VII Domingo

AÑO A. Domingo VII (Tiempo Ordinario)
Evangelio Mateo 5, 38-48
Venganza
Ustedes han oído que se dijo:
"Ojo por ojo y diente por diente".
Pero yo les digo que:
No hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado”.

Amor a los enemigos
Ustedes han oído que se dijo:
"Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”
Pero yo les digo:
Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.”

Comentario
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la segunda Lectura de este domingo, San Pablo afirma: “Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es suyo: ya sea Pablo, Apolo, Cefas (es decir, Pedro), el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es suyo; y ustedes, de Cristo y Cristo de Dios” (1 Cor 3,23). ¿Por qué dice esto el Apóstol? Porque el problema que el Apóstol se encuentra es el de las divisiones en la comunidad de Corinto, donde se habían formado grupos que se referían a los diversos predicadores considerándolos jefes; decían: “Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas…” (1, 12). San Pablo explica que este modo de pensar está equivocado, porque la comunidad no pertenece a los apóstoles, sino que son ellos los que pertenecen a la comunidad; pero la comunidad, toda entera, ¡pertenece a Cristo!
De esta pertenencia deriva que en las comunidades cristianas – diócesis, parroquias, asociaciones, movimientos – las diferencias no pueden contradecir el hecho de que todos, por el Bautismo, tenemos la misma dignidad: todos, en Jesucristo, somos hijos de Dios. Y ésta es nuestra dignidad: en Jesucristo somos hijos de Dios. Aquellos que han recibido un ministerio de guía, de predicación, de administrar los Sacramentos, no deben considerarse propietarios de poderes especiales, sino ponerse al servicio de la comunidad, ayudándola a recorrer con alegría el camino de la santidad.
Que el Señor nos dé la gracia de trabajar por la unidad de la Iglesia, de construir esta unidad, porque la unidad es más, más importante que los conflictos. La unidad de la Iglesia está en Cristo. Los conflictos son problemas que no siempre son “de Cristo”.
¡Cuánta necesidad de oración tiene un Obispo, un Cardenal, un Papa, para que pueda ayudar a seguir adelante al pueblo de Dios! Digo “ayudar”, es decir, servir al pueblo de Dios. Porque la vocación del Obispo, del Cardenal y del Papa es, justamente, ésta: ser servidor, servir en nombre de Cristo. Recen por nosotros para que todos seamos buenos servidores, buenos “servidores” no buenos “patrones”. Todos juntos, Obispos, presbíteros, personas consagradas y fieles laicos debemos ofrecer el testimonio de una Iglesia fiel a Cristo, animada por el deseo de servir a los hermanos y dispuesta a salir al encuentro con coraje profético de las expectativas y exigencias espirituales de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo. Que la Virgen nos acompañe y nos proteja en este camino.
¡A todos les deseo un feliz domingo y buen almuerzo! ¡Hasta pronto!
Autor:
Papa Francisco , 23/02/2014, Angelus
Referencia
Comentario
La llamada al amor es siempre seductora. Seguramente, muchos acogían con agrado la llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la Ley. Pero lo que no podían imaginar es que un día les hablara de amar a los enemigos.
Sin embargo, Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición bíblica, distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la oración de su pueblo, enfrentándose al clima general de odio que se respiraba en su entorno, proclamó con claridad absoluta su llamada: “Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os calumnian”.
Su lenguaje es escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios. El Padre no es violento: ama incluso a sus enemigos, no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse sino en amar incondicionalmente a todos. Quien se sienta hijo de ese Dios, no introducirá en el mundo odio ni destrucción de nadie.
El amor al enemigo no es una enseñanza secundaria de Jesús, dirigida a personas llamadas a una perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la historia una actitud nueva ante el enemigo porque quiere eliminar en el mundo el odio y la violencia destructora. Quien se parezca a Dios no alimentará el odio contra nadie, buscará el bien de todos incluso de sus enemigos.
Cuando Jesús habla del amor al enemigo, no está pidiendo que alimentemos en nosotros sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quien nos hace mal. El enemigo sigue siendo alguien del que podemos esperar daño, y difícilmente pueden cambiar los sentimientos de nuestro corazón.
Amar al enemigo significa, antes que nada, no hacerle mal, no buscar ni desear hacerle daño. No hemos de extrañarnos si no sentimos amor alguno hacia él. Es natural que nos sintamos heridos o humillados. Nos hemos de preocupar cuando seguimos alimentando el odio y la sed de venganza.
Pero no se trata solo de no hacerle mal. Podemos dar más pasos hasta estar incluso dispuestos a hacerle el bien si lo encontramos necesitado. No hemos de olvidar que somos más humanos cuando perdonamos que cuando nos vengamos alegrándonos de su desgracia.
El perdón sincero al enemigo no es fácil. En algunas circunstancias a la persona se le puede hacer en aquel momento prácticamente imposible liberarse del rechazo, el odio o la sed de venganza. No hemos de juzgar a nadie desde fuera. Solo Dios nos comprende y perdona de manera incondicional, incluso cuando no somos capaces de perdonar.
Autor:
José Antonio Pagola
Referencia
Comentario
El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama. Por el acto espiritual del amor se es capaz de ver los trazos y rasgos esenciales en la persona amada; y lo que es más, ver también sus potencias: lo que todavía no se ha revelado, lo que ha de mostrarse. Todavía más, mediante su amor, la persona que ama posibilita al amado a que manifieste sus potencias. Al hacerle consciente de lo que puede ser y de lo que puede llegar a ser, logra que esas potencias se conviertan en realidad.”. Este es un fragmento de “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. Ciertamente, en principio, parece estar en una dimensión distinta al planteo del Evangelio, pero creo que nos sirve para indagar sobre lo que Jesús nos quiere decir hoy.
Bien podríamos decir que las palabras del Hijo de Dios se encuentran situadas en la utopía. ¿Quién de nosotros puede afirmar que hace exacta realidad aquél mensaje? Amar a los enemigos, poner la otra mejilla, entregar más de lo que entendemos que es justo. Todos temas controvertidos a la hora de vivirlos en carne propia. Y por supuesto que afirmamos que estamos más allá del ojo por ojo. Es más, incluso tal vez llegamos a rezar (cuestión bastante difícil) por aquél que nos hace daño, pero llegar al punto de amarlo, eso sí que es para unos pocos, por no decir que prácticamente es asunto que sólo Dios puede hacer.
Sin embargo, creo que Cristo nos hace este planteamiento porque está convencido de que es posible. Él conoce, de primera mano, nuestra naturaleza, por tanto sabe que todo lo que propone no está tan lejos de nuestra posible realidad. Él quiere que superemos la ley que se había marcado, especialmente plasmada en el “ojo por ojo y diente por diente”. Y hoy nos lo sigue pidiendo. Y nosotros podremos argumentar que estamos más allá de ese planteamiento, que no somos tan bárbaros y que, mínimamente, con el avance de la justicia y la legislación, e incluso con la evolución del pensamiento, estamos mucho mejor que esa norma un tanto primitiva. Pero la realidad es que al final seguimos en el mismo punto.
Hoy, salvando las distancias, la justicia sigue en aquél mismo esquema. No hablamos de dientes ni de ojos, sino de indemnización por los daños ocasionados. Calculamos cuánto vale el mal o el daño que recibimos. Estamos en el mismo esquema. No digo que nuestra justicia no busque lo mejor para nuestra sociedad, pero llega hasta ahí. No avanza más. Y lo que Jesús propone es de otra dimensión de otro planeta, típico del Reino de Dios. No sólo busca equilibrar lo que parece injusto, sino que quiere transformar la realidad.
No debemos eliminar la injusticia con violencia. Eso nos pide Jesús. Claro que hay que luchar contra la injusticia. ¿Acaso no nos dice que hay que cuidar a la viuda y al desamparado? ¿Acaso no defiende a la mujer que va a ser apedreada? Y eso que aquella condena parecía “justa”. No era una calumnia. Ella era una adúltera. Sin embargo Jesús evita la violencia y busca el perdón. Y ahí está la clave, porque la vida de aquella mujer, y la de sus jueces de turno, cambió después de aquél episodio y encuentro con las palabras y el amor del Hijo de Dios.
La propuesta de Cristo, al fin y al cabo, es un invitación a encarnar el modo de ser de Dios. Y eso significa amar, pero amar más allá del instinto y el sentimiento. Estos surgen sin buscarlo. Él quiere más que un equilibrio justo. Y ahí es donde vuelvo a citar a Victor Frankl que, unido a lo que Jesús nos propone, cobra un sentido muy profundo. Cristo nos está diciendo que el camino para conocer la esencia de otra persona, no es otro que no sea a través del amor. Esto hace que seamos capaces de ver más allá de lo evidente. Que comprendamos, que aceptemos, que ayudemos, para que el otro sea mejor, para que saque a la luz su potencial, lo bueno que hay en ese que, en principio, parece nuestro enemigo. Y esto no surge espontáneamente, tiene que confluir nuestra voluntad.
Y quiere que seamos capaces de amar a los enemigos porque eso supone una trascendencia, una superación en el amor. Que no nos quedemos en el mero sentimiento que surge de modo espontáneo hacia los que son de los nuestros. De este modo, los extraños, los extranjeros, lo que no están en mi círculo, dejan de estar tan lejos. Hay más unidad, menos fronteras. Así ayudaremos, y nos ayudarán, a sacar lo mejor que hay en nosotros. Es que no podemos perder de vista que tal vez nos toca ser “enemigos” para otros. Pero si ellos nos aman, entonces se nos abre la posibilidad de sacar a la luz el potencial que somos y tenemos. El amor engendra más y mucho mejor vida. El odio, la venganza, los ajustes de cuenta, sólo generan la muerte del otro, aunque no haya sangre derramada.
Dios es un Dios de vivos, no de muertos y quiere que ayudemos a vivir. Y esto sólo es posible a través del amor. Se va a notar que somos hijos de tal Padre, de Dios, si reflejamos lo que él es: Amor.
Autor:
Eduardo Rodríguez
Referencia
Ruminatio
1 Lectura
Lev 19, 1-2. 17-18
“No odiarás a tu hermano en el corazón”
Salmo
102
“Como un padre cariñoso”.
2 Lectura
1Cor 3, 16-23
“[…]el Espíritu Santo habita en ustedes…”.
Evangelio
Mt 5, 38-48
Rueguen por sus perseguidores