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Lecturas
Santiago 5, 1-6 Salmo 48 Marcos 9, 41-50
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1) Esperar
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Ricos y sastifechos
Ustedes,
los ricos,
lloren y giman por las desgracias que les van a sobrevenir. Porque sus
riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla. Su
oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará testimonio contra
ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego.
¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final!
Sepan que el salario que han
retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha
llegado a los oídos del Señor del universo.
Ustedes llevaron en este mundo
una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la
matanza. Han condenado y han matado al justo, sin que él les opusiera
resistencia.
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3) Masticar - Alimentarse
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“[…] ¡el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del
universo!”
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4)Interrogarse - Traspasar
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¿Cuáles son mis
riquezas que dan testimonio de mí?
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Comentario
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Quien recibe el sacramento de la Confirmación manifiesta
su deseo de ser cristiano. Ser cristiano significa dar
testimonio de Jesucristo, es una persona que piensa como cristiano, siente como cristiano y
actúa como cristiano. Y ésta es la coherencia
de vida de un cristiano. Alguien puede decir que tiene fe, pero
si carece de una de estas cosas, no existe en él lo cristiano, es algo que no
funciona, hay una cierta incoherencia. Y los cristianos que viven en la incoherencia, hacen mucho daño
Hemos
escuchado lo que el apóstol Santiago dice a algunos incoherentes, que
presumían de ser cristianos, pero explotaban a sus empleados, y les dijo:
‘Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos
está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor
del universo’. El Señor es fuerte. Si alguno escucha esto, puede pensar:
‘¡Eso lo ha dicho un comunista!’. ¡No, no, lo ha dicho el apóstol Santiago!
Es la Palabra del Señor. Es la incoherencia. Y cuando la coherencia cristiana no existe y se vive con esta
incoherencia, se produce escándalo. Y los cristianos que no son coherentes
hacen mucho escándalo.
Jesús habla con mucha fuerza contra el escándalo:
‘Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería
preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran
al mar’. Un cristiano incoherente hace tanto daño” y “el escándalo
mata”. Muchas
veces hemos escuchado: ‘Pero padre, yo creo en Dios, pero no en la Iglesia,
porque ustedes cristianos dicen una cosa y hacen otra’. O también: “Yo creo
en Dios, pero no en ti”. “Esa es la incoherencia”:
“Si te
encuentras ante – ¡imaginemos! – ante un ateo y éste te dice que no cree en
Dios, tu puedes leerle una biblioteca entera, donde está escrito que Dios
existe y también probar que Dios existe, y el ateo no tendrá fe. Pero si delante de este ateo das testimonio de coherencia de vida
cristiana, algo comenzará a moverse en su corazón. Será precisamente tu
testimonio lo que lo llevará a esa inquietud sobre la que el Espíritu Santo
obra. Es una gracia que
todos nosotros, toda la Iglesia debe pedir: ‘Señor, que seamos coherentes’
Entonces, concluyó Francisco, es necesario rezar,
porque para vivir en la coherencia cristiana es necesaria la oración, porque la
coherencia cristiana es un don de Dios y debemos pedirla: “¡Señor, que yo sea coherente! ¡Señor,
que yo jamás escandalice, que yo sea una persona que piensa como cristiano,
que sienta como cristiano, que actúe como cristiano!”. Y que cuando caigamos
por nuestra debilidad, que pidamos perdón: “Todos somos pecadores, todos, pero
todos tenemos la capacidad de pedir perdón. ¡Y Él jamás se cansa de perdonar! Tener la humildad de pedir
perdón: ‘Señor, no he sido coherente. ¡Perdón!’. Ir adelante en la vida con
coherencia cristiana, con el testimonio de aquel que cree en Jesucristo, que
sabe que es pecador, pero que tiene el coraje de pedir perdón cuando se
equivoca y que tiene tanto miedo de escandalizar. Que el Señor de esta gracia
a todos nosotros.
Papa Francisco, 27/02/2014, Homilía en la casa Santa Marta
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Referencia
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http://www.news.va/es/news/el-cristiano-incoherente-escandaliza-y-el-escandal
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Música para meditar
jueves, 27 de febrero de 2014
Jueves VII Semana
martes, 25 de febrero de 2014
Martes VII Semana
Santiago 4, 1-10 Salmo 54 Marcos 9, 30-37
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1) Esperar
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La humildad frente a la ambición
¿De dónde provienen las luchas y
las querellas que hay entre ustedes?
¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?
Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean,
matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la
guerra.
Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no
reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.
¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose
amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo
del mundo se hace enemigo de Dios.
No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos.
Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la
Escritura que dice: Dios resiste a los
soberbios y da su gracia a los humildes.
Sométanse a Dios; resistan al demonio,
y él se alejará de ustedes. Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes.
Que los pecadores purifiquen sus
manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido. Reconozcan su
miseria con dolor y con lágrimas.
Que la alegría de ustedes se
transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.
Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.
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2) Reconocer– Reconocer-se
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¿De dónde provienen las luchas y
las querellas que hay entre vos?
¿No es precisamente de las pasiones que combaten en tus mismos miembros?
Vos ambicionas, y si no consigues lo que deseas,
matas; envidias, y al no alcanzar lo que pretendes, combates y
haces
la guerra.
Vos no tienes, porque no pides. O
bien, pides y
no recibes,
porque pides mal,
con el único fin de satisfacer tus pasiones.
¡Corazones adúlteros! ¿No sabes acaso que haciéndote
amigos del mundo te haces
enemigos de Dios? Porque si quieres ser
amigo del mundo te haces enemigo
de Dios.
No pienses
que la Escritura afirma en vano: “El
alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos”. Pero él te da una gracia
más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: “Dios resiste a los soberbios y da su
gracia a los humildes”.
Sométete
a Dios; resiste
al demonio, y él se alejará de vos. Acércate a Dios y él se acercará a vos.
Tú que eres pecador
purifica tus manos; que te santifiques porque tienes
el corazón dividido. Reconoce tu miseria con dolor y con lágrimas.
Que tu
alegría se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.
Humíllate
delante del Señor, y él te exaltará.
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3) Masticar - Alimentarse
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“[…] Humíllense
delante del Señor”
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4)Interrogarse - Traspasar
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¿Reconozco
la sabiduría de las personas que me rodean?
¿Reconozco
y agradezco la oportunidad cotidiana de meditar la Palabra de Aquél que es
más grande que Salomón?
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Comentario
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LA HUMILDAD
La grandeza de María proviene justamente de su
humildad. Y era humilde porque pertenecía a Dios por completo, estaba en
disponibilidad para lo que Él quisiera pedirle.
Ella, que estaba colmada de gracias, siguió siendo la esclava del Señor. Se mantuvo con
firmeza junto a la cruz de su Hijo, y ni siquiera viéndolo morir dejó de
confiar en Dios.
Pidámosle a la
Virgen que nos ayude a ser como ella, a realizar con humildad y sin
vanagloria el trabajo que se nos ha asignado, y que llevemos a los
demás a Jesús con el mismo espíritu con que ella lo llevó en su seno.
Hay que cuidarse del orgullo, porque el orgullo
envilece cualquier cosa.
«Dios no va a preguntarle a aquella hermana
cuántos libros ha leído, cuántos milagros ha realizado; lo que le preguntará es si ha hecho de lo suyo lo mejor
por amor del mismo Dios.
"Hice lo mío
de la mejor forma". Aunque aquello que he podido hacer, no sea más que un fracaso,
eso deberá ser lo mejor que hemos podido y sabido hacer; debe tener nuestro
máximo empeño.
Ningún fracaso los desanimará, mientras tengan clara
conciencia de haber hecho aquello que estaba a su alcance. Hablando
humanamente, si una hermano tuviera un fracaso en su tarea, procuremos
atribuirlo a cualquier factor de debilidad humana, que no fue inteligente, o
no supo hacer mejor las cosas, etc. A pesar de todo, a los ojos de Dios no ha
fallado si ha hecho todo lo que era capaz de hacer. Y el debiera sentirse,
pese a todo, colaborador suya.
Nunca debemos creernos indispensables Dios tiene sus
caminos y sus maneras... Él puede permitir que todo marche al
revés aun en manos del hermano más dotado. Dios no mira más que su amor. Bien
ustedes pueden trabajar hasta el agotamiento, incluso matarse trabajando,
pero si su trabajo no está tejido por el amor resulta inútil. ¡Dios no tiene
ninguna necesidad de sus obras!
Si todo lo he recibido, ¿qué mérito nos cabe? Si
estamos bien convencidos de esto, nunca alzaremos altaneramente la cabeza.
Madre Teresa de Calcuta
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Referencia
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lunes, 24 de febrero de 2014
Lunes VII Semana
Lecturas
Santiago 3, 13-18 - Salmo 18 - Marcos 9, 14-29
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1) Esperar
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La auténtica sabiduría
El que se
tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos
tienen la sencillez propia de la sabiduría.
Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y
por el espíritu de discordia, no se vanaglorien ni falten a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que
es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia, hay
también desorden y toda clase de maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es,
ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de
misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra
pacíficamente para los que trabajan por la paz.
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2) Reconocer– Reconocer-se
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Si te tienes por sabio
y prudente, demuestra
con tu
buena conducta que tus
actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.
Pero si estás dominado
por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no te vanaglories ni faltes
a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino
que es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia,
hay también desorden y toda clase de maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es,
ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de
misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente
para los que trabajan por la paz.
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3) Masticar - Alimentarse
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“[…] demuestra con tu buena conducta que tus actos
tienen la sencillez propia de la sabiduría”.
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4)Interrogarse - Traspasar
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“Señor, ayúdame , que
la rivalidad y el espíritu de discordia no me dominen”
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Comentario
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Seguir a Jesús no es “una idea” sino un “continuo quedarse en casa”,
la Iglesia, donde Cristo hace regresar siempre a todos, también a quien se ha
alejado de ella.
Un muchacho que sufre convulsiones, que se
revuelca por la tierra y que echa espuma por la boca; en medio a una
muchedumbre asustada e inerme. Y su padre que por poco se abalanza a Jesús,
implorándole librar a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama con el
que se abre el Evangelio de hoy.
Los presentes, que discuten sin resultado, Jesús
que llega y se informa, “la bulla que viene a menos”, el padre angustiado que
emerge de la muchedumbre y decide contra toda esperanza confiarse en Jesús. Y
Jesús, que compadecido por la fe cristalina de aquel papá, expulsa el
espíritu y luego se inclina con dulzura ante el joven, que parece muerto,
ayudándolo a volverse a levantar: “Todo aquel desorden, aquella discusión
termina en un gesto: Jesús que se abaja, se inclina ante el muchacho. Estos
gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús
cuando cura, cuando va entre la gente y sana a una persona, jamás la deja
sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va, cura y
continúa su camino: a
cada uno lo hace regresar a su lugar, no lo deja en la
calle. Son gestos bellísimos del Señor”
“Jesús siempre nos hace regresar a casa, jamás nos deja solos en la
calle”. El Evangelio está lleno de estos gestos. La resurrección
de Lázaro, la vida devuelta a la hija de Jairo y aquella al hijo de una mamá
viuda. Y también la oveja perdida vuelta a traer al redil o la moneda perdida
y vuelta a encontrar por la mujer: “Porque Jesús no vino solo del Cielo,
es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo y su identidad es
también pertenencia a aquel pueblo, que de Abraham camina hacia la promesa. Y éstos gestos de Jesús nos
enseñan que toda curación, todo perdón nos hacen regresar siempre a nuestro
pueblo, que es la Iglesia”.
Jesús perdona siempre y sus gestos vuelven
también “revolucionarios”, o “inexplicables”, cuando su perdón llega a quien
se ha alejado “mucho”, como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, Jesús “cuando perdona, hace siempre
regresar a casa. Y de esta forma, sin el pueblo de Dios, no se
puede entender a Jesús”. Es absurdo “amar a Cristo, sin la Iglesia, sentir a
Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”.
“Cristo y la Iglesia están unidos”, y “cada
vez que Cristo llama a una persona, la trae a la Iglesia”. Por
esto, agregó, “está bien” que un niño “venga a bautizarse en la Iglesia”, la
“Iglesia madre”: “Y aquellos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen
entender esto: que nuestra doctrina, digamos así, o nuestro seguir a Cristo, no es una idea, es un
continuo quedarse en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la
posibilidad y la realidad de salir de casa por un pecado, un error – Dios lo
sabe – la salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia. Son gestos
de ternura. Uno a uno, el Señor nos llama así, su pueblo, dentro su familia,
nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensemos en estos gestos de Jesús”.
Papa Francisco, 24/02/2014, Homilía en la casa Santa Marta
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Referencia
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domingo, 23 de febrero de 2014
VII Domingo
AÑO A. Domingo
VII (Tiempo Ordinario)
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Evangelio
Mateo 5, 38-48
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Venganza
Ustedes han oído
que se dijo:
"Ojo
por ojo y diente por diente".
Pero yo les digo que:
“No hagan
frente al que les hace mal: al
contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale
también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica,
déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina
dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere
pedirte algo prestado”.
Amor a los enemigos
Ustedes han oído
que se dijo:
"Amarás
a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”
Pero yo les digo:
“Amen a sus
enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán
hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos
y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman
solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los
publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos
como es perfecto el Padre que está en el cielo.”
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Comentario
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la
segunda Lectura de este domingo, San Pablo afirma: “Así que, no se gloríe
nadie en los hombres, pues todo es suyo: ya sea Pablo, Apolo, Cefas (es
decir, Pedro), el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es
suyo; y ustedes, de Cristo y Cristo de Dios” (1 Cor 3,23). ¿Por
qué dice esto el Apóstol? Porque el problema que el Apóstol se encuentra es
el de las divisiones en la comunidad de Corinto, donde se habían formado
grupos que se referían a los diversos predicadores considerándolos jefes;
decían: “Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas…” (1, 12). San Pablo
explica que este modo de pensar está equivocado, porque la comunidad no pertenece a los apóstoles, sino
que son ellos los que pertenecen a la comunidad; pero la comunidad, toda
entera, ¡pertenece a Cristo!
De esta
pertenencia deriva que en las comunidades cristianas – diócesis, parroquias,
asociaciones, movimientos – las diferencias no pueden contradecir el hecho de
que todos, por el Bautismo, tenemos la misma dignidad: todos, en Jesucristo,
somos hijos de Dios. Y ésta es nuestra dignidad: en Jesucristo somos hijos de
Dios. Aquellos que han recibido
un ministerio de guía, de predicación, de administrar los Sacramentos, no
deben considerarse propietarios de poderes especiales, sino ponerse al
servicio de la comunidad, ayudándola a recorrer con alegría el camino de la
santidad.
Que el Señor nos dé la gracia de trabajar por la unidad de la Iglesia, de construir esta unidad, porque la
unidad es más, más importante que los conflictos. La unidad de la Iglesia
está en Cristo. Los
conflictos son problemas que no siempre son “de Cristo”.
¡Cuánta
necesidad de oración tiene un Obispo, un Cardenal, un Papa, para que pueda
ayudar a seguir adelante al pueblo de Dios! Digo “ayudar”, es decir, servir
al pueblo de Dios. Porque la vocación del
Obispo, del Cardenal y del Papa es, justamente, ésta: ser servidor, servir en
nombre de Cristo. Recen por nosotros para que todos seamos buenos servidores,
buenos “servidores” no buenos “patrones”. Todos juntos, Obispos, presbíteros, personas consagradas y fieles
laicos debemos ofrecer el testimonio de una Iglesia fiel a Cristo, animada
por el deseo de servir a los hermanos y dispuesta a salir al encuentro con
coraje profético de las expectativas y exigencias espirituales de los hombres
y de las mujeres de nuestro tiempo. Que la Virgen nos acompañe y nos proteja
en este camino.
¡A todos
les deseo un feliz domingo y buen almuerzo! ¡Hasta pronto!
Autor:
Papa Francisco , 23/02/2014, Angelus
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Referencia
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Comentario
La llamada al amor es siempre seductora. Seguramente, muchos acogían con agrado
la llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la
Ley. Pero lo que
no podían imaginar es que un día les hablara de amar a los enemigos.
Sin
embargo, Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición bíblica,
distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la oración de su
pueblo, enfrentándose al clima general de odio que se respiraba en su
entorno, proclamó con
claridad absoluta su llamada: “Yo, en cambio, os digo: Amad a
vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que
os calumnian”.
Su lenguaje es
escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios. El Padre no es violento: ama incluso a
sus enemigos, no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse sino en amar incondicionalmente a
todos. Quien se
sienta hijo de ese Dios, no introducirá en el mundo odio ni destrucción de
nadie.
El amor
al enemigo no es una enseñanza secundaria de Jesús, dirigida a personas
llamadas a una perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la
historia una actitud nueva ante el enemigo porque quiere eliminar en el mundo
el odio y la violencia destructora. Quien se parezca a
Dios no alimentará el odio contra nadie, buscará el bien de todos incluso de sus enemigos.
Cuando
Jesús habla del amor al enemigo, no está pidiendo que alimentemos en nosotros
sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quien nos hace mal. El
enemigo sigue siendo alguien del que podemos esperar daño, y difícilmente
pueden cambiar los sentimientos de nuestro corazón.
Amar al
enemigo significa, antes que nada, no hacerle mal, no buscar ni desear
hacerle daño. No hemos de
extrañarnos si no sentimos amor alguno hacia él. Es natural que nos sintamos
heridos o humillados. Nos hemos de preocupar cuando seguimos alimentando el
odio y la sed de venganza.
Pero no
se trata solo de no hacerle mal. Podemos dar más pasos hasta estar
incluso dispuestos a hacerle el bien si lo encontramos necesitado.
No hemos de olvidar que somos más humanos cuando perdonamos que cuando nos vengamos alegrándonos de su desgracia.
El
perdón sincero al enemigo no es fácil. En algunas circunstancias a la persona
se le puede hacer en aquel momento prácticamente imposible liberarse del
rechazo, el odio o la sed de venganza. No hemos de juzgar a nadie desde
fuera. Solo Dios nos comprende y perdona de manera incondicional, incluso cuando
no somos capaces de perdonar.
Autor:
José Antonio Pagola
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Referencia
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Comentario
El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en
lo más profundo de su personalidad. Nadie
puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama.
Por el acto espiritual del amor se es capaz de ver los trazos y rasgos
esenciales en la persona amada; y lo que es más, ver también sus potencias:
lo que todavía no se ha revelado, lo que ha de mostrarse. Todavía más,
mediante su amor, la persona que ama posibilita al amado a que manifieste sus
potencias. Al hacerle consciente de lo que puede ser y de lo que puede llegar
a ser, logra que esas potencias se conviertan en realidad.”. Este es un
fragmento de “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. Ciertamente,
en principio, parece estar en una dimensión distinta al planteo del
Evangelio, pero creo que nos sirve para indagar sobre lo que Jesús nos quiere
decir hoy.
Bien podríamos decir que las palabras del Hijo de Dios se encuentran
situadas en la utopía. ¿Quién de nosotros puede afirmar que hace exacta
realidad aquél mensaje? Amar a los enemigos, poner la otra mejilla, entregar
más de lo que entendemos que es justo. Todos temas controvertidos a la hora
de vivirlos en carne propia. Y por supuesto que afirmamos que estamos más
allá del ojo por ojo. Es más, incluso tal vez llegamos a rezar (cuestión
bastante difícil) por aquél que nos hace daño, pero llegar al punto de
amarlo, eso sí que es para unos pocos, por no decir que prácticamente es
asunto que sólo Dios puede hacer.
Sin embargo, creo que Cristo
nos hace este planteamiento porque está convencido de que es posible.
Él conoce, de primera mano, nuestra naturaleza, por tanto sabe que todo lo
que propone no está tan lejos de nuestra posible realidad. Él quiere que
superemos la ley que se había marcado, especialmente plasmada en el “ojo por ojo y diente por
diente”. Y hoy nos lo sigue pidiendo. Y nosotros podremos
argumentar que estamos más allá de ese planteamiento, que no somos tan
bárbaros y que, mínimamente, con el avance de la justicia y la legislación, e
incluso con la evolución del pensamiento, estamos mucho mejor que esa norma
un tanto primitiva. Pero la realidad es que al final seguimos en el mismo punto.
Hoy, salvando las distancias, la justicia sigue en aquél mismo
esquema. No hablamos de dientes ni de ojos, sino de indemnización por los
daños ocasionados. Calculamos cuánto vale el mal o el daño que recibimos.
Estamos en el mismo esquema. No digo que nuestra justicia no busque lo mejor
para nuestra sociedad, pero llega hasta ahí. No avanza más. Y lo que Jesús propone es de otra dimensión de otro planeta, típico del Reino de
Dios. No sólo busca equilibrar lo que parece injusto, sino que quiere transformar la realidad.
No debemos eliminar la injusticia con violencia. Eso nos pide Jesús.
Claro que hay que luchar contra la injusticia. ¿Acaso no nos dice que hay que
cuidar a la viuda y al desamparado? ¿Acaso no defiende a la mujer que va a
ser apedreada? Y eso que aquella condena parecía “justa”. No era una
calumnia. Ella era una adúltera. Sin embargo Jesús evita la violencia y busca el perdón. Y ahí está la clave, porque la vida de
aquella mujer, y la de sus jueces de turno, cambió después de aquél episodio
y encuentro con las palabras y el amor del Hijo de Dios.
La propuesta de Cristo, al fin y al cabo, es un invitación a encarnar
el modo de ser de Dios. Y eso significa amar, pero amar más allá del instinto
y el sentimiento. Estos surgen sin buscarlo. Él quiere más que un equilibrio
justo. Y ahí es donde vuelvo a citar a Victor Frankl que, unido a lo que
Jesús nos propone, cobra un sentido muy profundo. Cristo nos está diciendo que el camino para conocer la esencia de
otra persona, no es otro que no sea a través del amor. Esto hace que seamos capaces de ver más
allá de lo evidente. Que comprendamos, que aceptemos, que ayudemos, para que
el otro sea mejor, para que saque a la luz su potencial, lo bueno que hay en
ese que, en principio, parece nuestro enemigo. Y esto no surge
espontáneamente, tiene que confluir nuestra voluntad.
Y quiere que seamos capaces de amar a los enemigos porque eso supone
una trascendencia, una superación en el amor. Que no nos quedemos en el mero
sentimiento que surge de modo espontáneo hacia los que son de los nuestros.
De este modo, los extraños, los extranjeros, lo que no están en mi círculo,
dejan de estar tan lejos. Hay más unidad, menos fronteras. Así ayudaremos, y
nos ayudarán, a sacar lo mejor que hay en nosotros. Es que no podemos perder
de vista que tal vez nos toca ser “enemigos” para otros. Pero si ellos nos
aman, entonces se nos abre la posibilidad de sacar a la luz el potencial que
somos y tenemos. El
amor engendra más y mucho mejor vida. El odio, la venganza, los ajustes de
cuenta, sólo generan la muerte del otro, aunque no haya sangre derramada.
Dios es un Dios de vivos,
no de muertos y quiere que ayudemos a vivir. Y esto sólo es posible a través
del amor. Se va a notar que somos hijos de tal Padre, de Dios, si reflejamos
lo que él es: Amor.
Autor:
Eduardo Rodríguez
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||
Referencia
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Ruminatio
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1 Lectura
|
Lev 19, 1-2. 17-18
|
“No odiarás a tu hermano en el corazón”
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Salmo
|
102
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“Como un padre cariñoso”.
|
2 Lectura
|
1Cor 3, 16-23
|
“[…]el Espíritu Santo habita en ustedes…”.
|
Evangelio
|
Mt 5, 38-48
|
“Rueguen por sus perseguidores”
|
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