1 Sam 18, 6-9; 19, 1-7
- Reconocer
La lectura nos revela los sentimientos de Saúl frente a los éxitos de David: "Y a partir de aquel día, Saúl miró a David con malos ojos"
- Masticar
Por eso, durante esta jornada quisiera rumiar estas palabras:
"¿Por qué has de hacerte responsable de la muerte de un inocente matando a David sin motivos?
- Dejarse Interrogar
Comentario del Papa Francisco
"Quien odia a su hermano es un homicida"
Que los cristianos cierren las puertas a los celos, envidias y habladurías que dividen y destruyen nuestras
comunidades.
Aquella gran victoria comienza a convertirse en derrota en el corazón
del rey” en el que se insinúa el gusano de los celos y de la envidia. El rey
decide asesinar a David. Así actúan los celos en nuestros corazones: es una mala inquietud, que no tolera que un
hermano o una hermana tengan algo que yo no tengo. Saúl, en vez de alabar a Dios, como hacían las
mujeres de Israel, por esta victoria, prefiere encerrarse en sí mismo,
amargarse, cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura.
Los
celos llevan a matar. La envidia
lleva a matar. Los celos y la envidia abren
las puertas a todas las cosas malas. También dividen a la comunidad. Una comunidad cristiana, cuando sufre de envidia,
de celos, termina dividida: uno contra el otro. Este es un veneno fuerte. En el corazón de una persona golpeada por los celos y por la envidia ocurren
dos cosas clarísimas. La primera
cosa es la
amargura:
La persona
envidiosa, la persona celosa es una persona amargada: no sabe cantar, no sabe
alabar, no sabe qué cosa sea la alegría, siempre mira qué cosa tiene aquel y
que yo no tengo. Y esto lo lleva a la amargura, a una amargura que se difunde
sobre toda la comunidad. Son, estos, sembradores de amargura. Y la segunda
actitud, que lleva a los celos y a la envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la solución es
abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento son las
habladurías. Busca siempre y tras un chisme verás que están los celos, está la
envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad.
Son las armas del diablo”.
Una
persona que está bajo la influencia de la envidia y de los celos mata, como dice el apóstol Juan: “Quien odia a su hermano es un homicida”.
Y el envidioso, el
celoso, comienza a odiar al hermano.
¿Cuáles son mis motivos para mirar con "malos ojos" a mi hermano? ¿Son celos?
"Quien odia a su hermano es un homicida"
Que los cristianos cierren las puertas a los celos, envidias y habladurías que dividen y destruyen nuestras
comunidades.
Aquella gran victoria comienza a convertirse en derrota en el corazón
del rey” en el que se insinúa el gusano de los celos y de la envidia. El rey
decide asesinar a David. Así actúan los celos en nuestros corazones: es una mala inquietud, que no tolera que un
hermano o una hermana tengan algo que yo no tengo. Saúl, en vez de alabar a Dios, como hacían las
mujeres de Israel, por esta victoria, prefiere encerrarse en sí mismo,
amargarse, cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura.
Los
celos llevan a matar. La envidia
lleva a matar. Los celos y la envidia abren
las puertas a todas las cosas malas. También dividen a la comunidad. Una comunidad cristiana, cuando sufre de envidia,
de celos, termina dividida: uno contra el otro. Este es un veneno fuerte. En el corazón de una persona golpeada por los celos y por la envidia ocurren
dos cosas clarísimas. La primera
cosa es la
amargura:
La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amargada: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué cosa sea la alegría, siempre mira qué cosa tiene aquel y que yo no tengo. Y esto lo lleva a la amargura, a una amargura que se difunde sobre toda la comunidad. Son, estos, sembradores de amargura. Y la segunda actitud, que lleva a los celos y a la envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la solución es abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento son las habladurías. Busca siempre y tras un chisme verás que están los celos, está la envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo”.
La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amargada: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué cosa sea la alegría, siempre mira qué cosa tiene aquel y que yo no tengo. Y esto lo lleva a la amargura, a una amargura que se difunde sobre toda la comunidad. Son, estos, sembradores de amargura. Y la segunda actitud, que lleva a los celos y a la envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la solución es abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento son las habladurías. Busca siempre y tras un chisme verás que están los celos, está la envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo”.
Una
persona que está bajo la influencia de la envidia y de los celos mata, como dice el apóstol Juan: “Quien odia a su hermano es un homicida”.
Y el envidioso, el
celoso, comienza a odiar al hermano.
¿Cuáles son mis motivos para mirar con "malos ojos" a mi hermano? ¿Son celos?
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