Música para meditar

martes, 4 de febrero de 2014

La muerte de Absalón


EJERCICIO: Lectio VOCATIONALIS
Lectura 2 Samuel 18, 9-10.14ab.24-26.31-32; 19,1
1) Esperar
La muerte de Absalón
Introducción
De pronto, Absalón se encontró frente a los servidores de David. Iba montado en un mulo, y este se metió bajo el tupido ramaje de una gran encina, de manera que la cabeza de Absalón quedó enganchada en la encina. Así él quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo seguía de largo por debajo de él.
Nudo
Al verlo, un hombre avisó a Joab:
“¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!”
Entonces Joab replicó:
“No voy a perder más tiempo contigo”.
Y tomando en su mano tres dardos, los clavó en el corazón de Absalón.

David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela, que había subido a la azotea de la Puerta, encima de la muralla, alzó los ojos y vio a un hombre que corría solo.
El centinela lanzó un grito y avisó al rey. El rey dijo:
“Si está solo, trae una buena noticia”.
Mientras el hombre se iba acercando el centinela divisó a otro que venía corriendo y gritó al portero:
“¡Otro hombre viene corriendo solo!”.
El rey comentó:
“Ese también trae una buena noticia”
En seguida llegó el cusita y dijo:
“Que mi señor, el rey, se entere de la buena noticia! El Señor hoy te ha hecho justicia, librándote de todos los que se sublevaron contra ti”.
El rey preguntó al cusita:
“¿Está bien el joven Absalón?”.
El cusita respondió:
“¡Que tengan suerte de ese joven los enemigos de mi señor, el rey, y todos los rebeldes que buscan tu desgracia!”
Desenlace
El rey se estremeció, subió a la habitación que estaba arriba de la Puerta y se puso a llorar. Y mientras iba subiendo, decía:
“¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ah, si hubiera muerto yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío!”

2) Reconocer– Reconocer-se
La lectura narra el enfrentamiento de Absolón, el hijo de David, con los servidores del Rey. Por unas circunstancias adversas, Absalón queda en desventaja; dicha oportunidad es aprovechada por los servidores que dan muerte al hijo de David.
En dicha escena reconozco con la lucha de David; entre el amor a su pueblo y el amor a su hijo (el enemigo de su pueblo). Sabe que el triunfo  de Absalón será un sufrimiento para todo su pueblo; pero, también, sabe que la muerte de Absalón será un sufrimiento para él.
De dicha lucha, el amor de padre gana.

3) Masticar - Alimentarse
Cuando llegan los mensajeros, al rey, a David, sólo le interesaba saber: ¿Está bien el joven Absalón?
4)Dejarse Interrogar - Traspasar
Esta lectura me lleva a cuestionarme sobre la figura de paternidad en mi historia personal y, por consecuencia, preguntarme por la paternidad de Dios en mi historia de salvación
Comentario
Las lecturas del día presentan la figura de dos padres: el rey David, que llora la muerte del hijo rebelde Absalón, y Jairo, jefe de la Sinagoga, que suplica a Jesús sanar a la hija.
El llanto de David después de recibir la noticia del asesinato del hijo, no obstante éste combatiese contra él para conquistar el reino. El ejército de David ha vencido, pero a él no le interesaba la victoria, “¡esperaba al hijo! ¡Solamente le interesaba el hijo! Era rey, era jefe del país, ¡pero era un padre! Y de esta manera cuando llegó la noticia del fin de su hijo, fue sacudido por un estremecimiento: subió a la habitación de arriba… y lloró”: “Yéndose decía: ‘¡Hijo mío, Absalón. Hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Hubiera muerto yo en vez de ti! ¡Absalón, Hijo mío! ¡Hijo mío!’. Éste es el corazón de un padre, que jamás reniega a su hijo. ‘Es un bribón. Es un enemigo. ¡Pero es mi hijo!’. Y no reniega la paternidad: lloró… David lloró dos veces por un hijo: esta vez y la otra cuando el hijo del adulterio estaba por morir. También aquella vez ayunó, hizo penitencia para salvar la vida del hijo. ¡Era un padre!”.

El otro padre es el jefe de la Sinagoga, “una persona importante pero ante la enfermedad de la hija no tiene vergüenza en arrojarse a los pies de Jesús: ‘¡Mi hijita está muriendo, ven a imponerle las manos, para que se salve y viva!’. No tiene vergüenza”, no piensa en lo que podrán decir los otros, porque es un padre.

David y Jairo son dos padres: “¡Para ellos aquello que es lo más importante es el hijo, la hija! No existe otra cosa. ¡La única cosa importante! Nos hace pensar a la primera cosa que nosotros decimos a Dios, en el Credo: ‘Creo en Dios Padre…’. Nos hace pensar en la paternidad de Dios. Pero Dios es así. ¡Dios es así con nosotros! ‘Pero, Padre, ¡Dios no llora!’. ¡Cómo no! Recordamos a Jesús, cuando lloró mirando a Jerusalén. ‘¡Jerusalén, Jerusalén! Cuántas veces he querido recoger a tus hijos, como la gallina recoge sus pollitos bajo las alas’. ¡Dios llora! ¡Jesús ha llorado por nosotros! Y aquel llanto de Jesús es precisamente la figura del llanto del Padre, que nos quiere a todos en torno a sí”.
En los momentos difíciles el Padre responde. Recordamos a Isaac, cuando va con Abrahán a hacer el sacrificio: Isaac no era tonto, se dio cuenta que llevaban leña, el fuego, pero no la oveja para el sacrificio. ¡Tenía temor en el corazón! ¿Y qué cosa dice? ‘¡Padre!’. Y de inmediato: ‘¡Aquí estoy hijo!’”. El Padre responde. Así, Jesús, en el Huerto de los Olivos, dice “con aquella angustia en el corazón: ‘Padre, si es posible, ¡aparta de mí este cáliz!’. Y los ángeles vinieron a darle fuerza. Así es nuestro Dios: ¡es Padre! ¡Es un Padre!”. Un Padre como aquel que espera al hijo prodigo que se ha ido “con todo el dinero, con toda la herencia. Pero el padre lo esperaba” todos los días y “lo vio desde lejos”. “Ese es nuestro Dios! y "nuestra paternidad", aquella de los padres de familia así como la paternidad espiritual de obispos y sacerdotes, "debe ser como ésta. El Padre tiene como una unción que viene del hijo: ¡no entenderse a sí mismo sin el hijo! Y por esto tiene necesidad del hijo: lo espera, lo ama, lo busca, lo perdona, lo quiere cercano a sí, tan cercano como la gallina quiere a sus pollitos”:
Y pidamos al Espíritu Santo - porque sólo es Él, el Espíritu Santo – que nos enseñe a decir ‘¡Abba!, ¡Padre!’. ¡Es una gracia! Poder decir a Dios ‘¡Padre!’ con el corazón es una gracia del Espíritu Santo. ¡Pedirla a Él!”.
Autor:
Papa Francisco
Fecha:
04/02/2014
Lugar:
Homilía
en la casa Santa Marta

Referencia
http://www.news.va/es/news/tambien-dios-padre-llora-por-sus-hijos-el-papa-el


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