EJERCICIO:
Lectio VOCATIONALIS
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Lectura
2 Samuel 18,
9-10.14ab.24-26.31-32; 19,1
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1) Esperar
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La muerte de Absalón
Introducción
De pronto, Absalón se
encontró frente a los servidores de David. Iba montado en un mulo, y este se
metió bajo el tupido ramaje de una gran encina, de manera que la cabeza de
Absalón quedó enganchada en la encina. Así él quedó colgado entre el cielo y
la tierra, mientras el mulo seguía de largo por debajo de él.
Nudo
Al verlo, un hombre
avisó a Joab:
“¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!”
Entonces Joab replicó:
“No voy a perder más tiempo contigo”.
Y tomando en su mano tres
dardos, los clavó en el corazón de Absalón.
David
estaba sentado entre las dos puertas. El centinela,
que había subido a la azotea de la Puerta, encima de la muralla, alzó los
ojos y vio a un hombre que corría solo.
El centinela lanzó un grito y
avisó al rey. El rey dijo:
“Si está solo, trae una buena noticia”.
Mientras el hombre se iba
acercando el centinela divisó a otro que venía corriendo y gritó al portero:
“¡Otro hombre viene corriendo solo!”.
El rey comentó:
“Ese también trae una buena noticia”
En seguida llegó el cusita y
dijo:
“Que mi señor, el rey, se entere de la buena noticia! El Señor
hoy te ha hecho justicia, librándote de todos los que se sublevaron contra ti”.
El rey preguntó al cusita:
“¿Está bien el joven Absalón?”.
El cusita respondió:
“¡Que tengan suerte de ese joven los enemigos de mi señor, el
rey, y todos los rebeldes que buscan tu desgracia!”
Desenlace
El rey se estremeció, subió a la
habitación que estaba arriba de la Puerta y se puso a llorar. Y mientras iba
subiendo, decía:
“¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ah, si
hubiera muerto yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío!”
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2) Reconocer– Reconocer-se
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La lectura narra el enfrentamiento de Absolón, el
hijo de David, con los servidores del Rey. Por unas circunstancias adversas,
Absalón queda en desventaja; dicha oportunidad es aprovechada por los
servidores que dan muerte al hijo de David.
En dicha escena reconozco con la lucha de David;
entre el amor a su pueblo y el amor a su hijo (el enemigo de su pueblo). Sabe
que el triunfo de Absalón será un
sufrimiento para todo su pueblo; pero, también, sabe que la muerte de Absalón
será un sufrimiento para él.
De dicha lucha, el amor de padre gana.
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3) Masticar - Alimentarse
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Cuando llegan los mensajeros, al
rey, a David, sólo le interesaba saber: ¿Está bien el joven Absalón?
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4)Dejarse Interrogar - Traspasar
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Esta lectura me lleva a cuestionarme sobre la
figura de paternidad en mi historia personal y, por consecuencia, preguntarme
por la paternidad de Dios en mi historia de salvación
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Comentario
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Las lecturas del día presentan la figura de dos
padres: el rey David, que llora la muerte del hijo rebelde
Absalón, y Jairo, jefe de la Sinagoga, que suplica a Jesús sanar
a la hija.
El llanto de David después de recibir la noticia del
asesinato del hijo, no obstante éste combatiese contra él para conquistar el
reino. El ejército de David ha vencido, pero a él no le
interesaba la victoria, “¡esperaba al hijo! ¡Solamente le interesaba el hijo! Era rey, era jefe
del país, ¡pero era un padre! Y de esta manera cuando llegó la
noticia del fin de su hijo, fue sacudido por un estremecimiento: subió a la
habitación de arriba… y lloró”: “Yéndose decía: ‘¡Hijo mío, Absalón. Hijo
mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Hubiera muerto yo en vez de ti! ¡Absalón, Hijo mío!
¡Hijo mío!’. Éste es el corazón de un padre, que jamás reniega a su hijo.
‘Es un bribón. Es un enemigo. ¡Pero es mi hijo!’. Y no reniega la
paternidad: lloró… David lloró dos veces por un hijo: esta vez
y la otra cuando el hijo del adulterio estaba por morir. También aquella vez
ayunó, hizo penitencia para salvar la vida del hijo. ¡Era un padre!”.
El otro padre es el jefe de la
Sinagoga, “una persona importante pero ante la enfermedad de la
hija no tiene vergüenza en arrojarse a los pies de Jesús: ‘¡Mi hijita está
muriendo, ven a imponerle las manos, para que se salve y viva!’. No tiene
vergüenza”, no piensa en lo que podrán decir los otros, porque es un padre.
David y Jairo son dos padres: “¡Para ellos
aquello que es lo más importante es el hijo, la hija! No existe
otra cosa. ¡La única cosa importante! Nos hace pensar a la primera cosa que
nosotros decimos a Dios, en el Credo: ‘Creo en Dios Padre…’. Nos hace pensar en la paternidad de Dios.
Pero Dios es así. ¡Dios es así con nosotros! ‘Pero, Padre, ¡Dios no
llora!’. ¡Cómo no! Recordamos a Jesús, cuando lloró mirando a Jerusalén.
‘¡Jerusalén, Jerusalén! Cuántas veces he querido recoger a tus hijos, como la
gallina recoge sus pollitos bajo las alas’. ¡Dios llora! ¡Jesús ha llorado
por nosotros! Y aquel llanto de Jesús es precisamente la figura del llanto
del Padre, que nos quiere a todos en torno a sí”.
“En los momentos difíciles el Padre responde.
Recordamos a Isaac, cuando va con Abrahán a hacer el sacrificio: Isaac no era
tonto, se dio cuenta que llevaban leña, el fuego, pero no la oveja para el
sacrificio. ¡Tenía temor en el corazón! ¿Y qué cosa dice? ‘¡Padre!’. Y de
inmediato: ‘¡Aquí estoy hijo!’”. El Padre responde. Así, Jesús, en el Huerto
de los Olivos, dice “con aquella angustia en el corazón: ‘Padre, si es
posible, ¡aparta de mí este cáliz!’. Y los ángeles vinieron a darle fuerza. Así es nuestro
Dios: ¡es Padre! ¡Es un Padre!”. Un Padre como aquel que espera al
hijo prodigo que se ha ido “con todo el dinero, con toda la herencia. Pero el
padre lo esperaba” todos los días y “lo vio desde lejos”. “Ese es nuestro
Dios! y "nuestra paternidad", aquella de los padres de
familia así como la paternidad espiritual de obispos y sacerdotes, "debe
ser como ésta. El Padre tiene como una unción que viene del hijo: ¡no
entenderse a sí mismo sin el hijo! Y por esto tiene necesidad del hijo: lo
espera, lo ama, lo busca, lo perdona, lo quiere cercano a sí, tan cercano
como la gallina quiere a sus pollitos”:
Y pidamos al Espíritu Santo - porque sólo es Él,
el Espíritu Santo – que nos enseñe a decir ‘¡Abba!, ¡Padre!’. ¡Es una gracia!
Poder decir a Dios ‘¡Padre!’ con el corazón es una gracia del Espíritu Santo.
¡Pedirla a Él!”.
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Autor:
Papa Francisco
Fecha:
04/02/2014
Lugar:
Homilía
en la casa Santa Marta
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Referencia
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http://www.news.va/es/news/tambien-dios-padre-llora-por-sus-hijos-el-papa-el
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Música para meditar
martes, 4 de febrero de 2014
La muerte de Absalón
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