Lecturas
Santiago 3, 13-18 - Salmo 18 - Marcos 9, 14-29
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1) Esperar
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La auténtica sabiduría
El que se
tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos
tienen la sencillez propia de la sabiduría.
Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y
por el espíritu de discordia, no se vanaglorien ni falten a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que
es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia, hay
también desorden y toda clase de maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es,
ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de
misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra
pacíficamente para los que trabajan por la paz.
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2) Reconocer– Reconocer-se
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Si te tienes por sabio
y prudente, demuestra
con tu
buena conducta que tus
actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.
Pero si estás dominado
por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no te vanaglories ni faltes
a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino
que es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia,
hay también desorden y toda clase de maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es,
ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de
misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente
para los que trabajan por la paz.
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3) Masticar - Alimentarse
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“[…] demuestra con tu buena conducta que tus actos
tienen la sencillez propia de la sabiduría”.
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4)Interrogarse - Traspasar
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“Señor, ayúdame , que
la rivalidad y el espíritu de discordia no me dominen”
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Comentario
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Seguir a Jesús no es “una idea” sino un “continuo quedarse en casa”,
la Iglesia, donde Cristo hace regresar siempre a todos, también a quien se ha
alejado de ella.
Un muchacho que sufre convulsiones, que se
revuelca por la tierra y que echa espuma por la boca; en medio a una
muchedumbre asustada e inerme. Y su padre que por poco se abalanza a Jesús,
implorándole librar a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama con el
que se abre el Evangelio de hoy.
Los presentes, que discuten sin resultado, Jesús
que llega y se informa, “la bulla que viene a menos”, el padre angustiado que
emerge de la muchedumbre y decide contra toda esperanza confiarse en Jesús. Y
Jesús, que compadecido por la fe cristalina de aquel papá, expulsa el
espíritu y luego se inclina con dulzura ante el joven, que parece muerto,
ayudándolo a volverse a levantar: “Todo aquel desorden, aquella discusión
termina en un gesto: Jesús que se abaja, se inclina ante el muchacho. Estos
gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús
cuando cura, cuando va entre la gente y sana a una persona, jamás la deja
sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va, cura y
continúa su camino: a
cada uno lo hace regresar a su lugar, no lo deja en la
calle. Son gestos bellísimos del Señor”
“Jesús siempre nos hace regresar a casa, jamás nos deja solos en la
calle”. El Evangelio está lleno de estos gestos. La resurrección
de Lázaro, la vida devuelta a la hija de Jairo y aquella al hijo de una mamá
viuda. Y también la oveja perdida vuelta a traer al redil o la moneda perdida
y vuelta a encontrar por la mujer: “Porque Jesús no vino solo del Cielo,
es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo y su identidad es
también pertenencia a aquel pueblo, que de Abraham camina hacia la promesa. Y éstos gestos de Jesús nos
enseñan que toda curación, todo perdón nos hacen regresar siempre a nuestro
pueblo, que es la Iglesia”.
Jesús perdona siempre y sus gestos vuelven
también “revolucionarios”, o “inexplicables”, cuando su perdón llega a quien
se ha alejado “mucho”, como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, Jesús “cuando perdona, hace siempre
regresar a casa. Y de esta forma, sin el pueblo de Dios, no se
puede entender a Jesús”. Es absurdo “amar a Cristo, sin la Iglesia, sentir a
Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”.
“Cristo y la Iglesia están unidos”, y “cada
vez que Cristo llama a una persona, la trae a la Iglesia”. Por
esto, agregó, “está bien” que un niño “venga a bautizarse en la Iglesia”, la
“Iglesia madre”: “Y aquellos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen
entender esto: que nuestra doctrina, digamos así, o nuestro seguir a Cristo, no es una idea, es un
continuo quedarse en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la
posibilidad y la realidad de salir de casa por un pecado, un error – Dios lo
sabe – la salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia. Son gestos
de ternura. Uno a uno, el Señor nos llama así, su pueblo, dentro su familia,
nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensemos en estos gestos de Jesús”.
Papa Francisco, 24/02/2014, Homilía en la casa Santa Marta
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Referencia
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Música para meditar
lunes, 24 de febrero de 2014
Lunes VII Semana
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